La última vez que vio a su padre fue entre los barrotes del portón de su casa, portando una camisa blanca, pantalón negro y en su mano una pequeña maleta color vino, listo para emprender el gran viaje en busca de lograr ese sueño anhelado.
“Carlitos” pregunto ¿Para dónde vas papá? Se le hizo un nudo en la garganta al ver a su hijo que lo miraba con tristeza al verlo partir, sin pensarlo abrió ese viejo y oxidado portón del cual el pequeño se aferraba, le dio un fuerte abrazo, ambos lograban sentir el palpitar de sus corazones, sabía que el pequeño no entendería al decirle que se iba para darle un mejor vida, la educación que el no pudo tener, los juguetes y la ropa que su padre soñó tener de niño.
Sus manos temblaban, la tristeza se apoderaba de su corazón, temeroso que se perdería ver crecer a su hijo, no estaría para su próximo cumpleaños, el sacrificio no solamente era dejar a su hijo también a su esposa Rebeca, el amor de su vida y resto de sus cuatro hijos mayores que si entendían el viaje de su padre, Don Fernando no sabía que contestar, lo primero que salió de su boca fue “Pronto hijo pronto…” le dio un beso en la frente y se fue, su hijo se partió en llanto al verlo que se alejaba poco a poco en la calle empolvada del barrio.
“Don Fernando” emprendió su faena rumbo al norte, paso por Guatemala donde conoció a otros compatriotas que buscaban el mismo sueño, compraron sus boletos del autobus que los llevaría a México. Llegaron al lugar donde les recomendaron que encontrarían un buen “Coyote” que los pasaría por una ruta fácil.
A un día antes de partir Don Fernando y los demás compatriotas salieron a comprar sus raciones de comida, algunos llevaron pan, tortillas, galletas y unas bolsas de nailon para evitar que su ropa se mojara por la lluvia, llego el día de partir a la tierra llena de esperanzas, estaban nerviosos y llenos de emoción, con la fe que los patrulleros no los encontraran en la que probablemente sea su última caminata de ciento veinte millas por el desierto , cruzaron la frontera están en Estados Unidos, sus corazones palpitan de emoción pero falta mucho más por recorrer esto es tan solo el inicio, motivados por su familiares a miles de kilómetros pero conectados al a las raíces del corazón y los miles de sueños que llevan en sus maletas, el día transcurre y se la pasan caminando por el extenso desierto, agotados y con hambre deciden parar a descansar armar un fogata y dormir junto al fuego.
Es verdad, Don Fernando y el resto de sus compatriotas han violado la ley al entrar a territorio norteamericano sin documentos. Pero también rompieron la ley miles de empresas norteamericanas que han contratado a otros inmigrantes indocumentados. Sin embargo, a esos trabajadores les llaman “ilegales” y yo no he escuchado a mucha gente llamarle “compañías ilegales”, “dueños ilegales” o “ciudadanos ilegales” a quienes los contrataron para trabajar.
Muchos norteamericanos están acostumbrados a usar los términos “illegals” o “illegal aliens” [extranjeros ilegales] al referirse a los indocumentados. El problema es que esos términos sugieren que se trata de criminales y terroristas cuando en realidad no lo son.
Además está el argumento moral. La declaración de independencia de Estados Unidos establece que “todos los hombres son creados iguales”. No dice que solo los ciudadanos o residentes legales son iguales. No. Dice que todos son iguales. Y está claro que, en este momento, los inmigrantes indocumentados no son tratados como iguales al resto de la población. Hay que cambiar esto. Y el cambio comienza con las palabras.
La nueva jueza de la Corte Suprema de Justicia, Sonia Sotomayor, prefirió usar el término “inmigrante indocumentado”, en lugar de “ilegal”, en una decisión que tomó en diciembre del año pasado. Así ocurre el cambio, palabra por palabra. Las palabras importan y mucho puede cambiar si dejamos de usar una sola.
Don Fernando lleva ya cuatro días de caminata por el desierto que les deja saber lo arrido que es, las temperaturas alcanzan los de cien grados Fahrenheit, la franela que le dio Rebeca no es suficiente para el frio de la noche y para empeorar las cosas ha pasado por una terrible sorpresa el “Coyote” los dejo abandonados en desierto, solo tiene medio galón de agua que recogió de un charco el día de ayer, se acabaron las tortillas y solo tiene dos panes que guarda para cuando las cosas de pongan peores.
Deciden partir usando el sol como brújula, caminan entre cactus y arbustos con espinas, el terreno lo sienten como que anduvieran descalzos, añoran un gota de agua están a punto de desmayar, A lo largo se pinta el color de esperanza de seguir vivos, logran ver el lugar donde les pueden dar un plato de comida caliente, agua, lavar la ropa y donde pasaran la noche bajo techo y con suerte poder hacer una llamada; el lugar se llama The Safe House [La Casa Segura]
A la mañana siguiente platican con el personal de la casa segura y les da su ubicación están en el lugar correcto, Sin pensarlo mucho deciden salir al lugar de encuentro con sus familiares, esta vez cada quien con un rumbo diferente pero con el mismo sueno de buscar una mejor calidad de vida. Unas horas después Don Fernando llega al lugar a reunirse con sus familiares, entre abrazos y felicidad deciden apresuradamente partir hacia New York donde empezara a forjar los tan anhelados sueños que trae en su pequeña maleta.
Al pasar de los años quince para ser preciso, cada mañana Don Fernando se levantaba a sus dos trabajos de tiempo completo, ah pagado sus impuestos y es una persona ejemplar en su comunidad, cada sábados como de costumbre llamaba a su casa para dar la clave del envío de dinero, sus amistades le recomendaron visitar un abogado el cual le tramito sus papeles, paso por el proceso de emigración y ahora es Ciudadano de los Estados Unidos, su familia paso por un proceso de petición, tuvieron que pasar dos años para que fuera aprobado. Diez años más tarde Don Fernando y su familia cumplieron sus sueños y ahora viven en New York en su linda casa, sus hijos egresaron de la universidad ya es abuelo de cuatro niños y ahora Don Fernando está pensando en retirarse de su trabajo y pasar el resto de sus días con su esposa Rebeca en en la tierra que lo vio partir pero que dejo sembrado su corazón Honduras.
Es así, con mucho trabajo y ganas de salir adelante, que los latinos han roto las barreras de los estereotipos, y hoy en día, ayudados por el carisma que los identifica, se están convirtiendo en un grupo líder y triunfador.
"Nada sobre esta tierra puede detener al hombre que posee la correcta actitud mental para lograr su meta". [Thomas Jefferson]
BASADO EN EN UNA HISTORIA REAL, LOS NOMBRES DE LAS PERSONAS FUERON CAMBIADOS POR MOTIVOS DE PRIVACIDAD
Video cortesia de jaliscovic's via youtube